El día 16 de marzo de 1875 hacía su entrada al puerto de Barcelona el monitor Puigcerdá de la Armada española, estaba al mando de su comandante Federico Estram y procedía del puerto de Marsella. Siete días fueron los que tardaron en realizar la travesía, viaje repleto de problemas meteorológicos y mecánicos, de los cuales dio parte su comandante al llegar a la ciudad Condal.

(vía Wikimedia Commons)
Partió de Barcelona el 23 de marzo con rumbo a Cartagena y más adelante se le uniría la goleta Sirena para apoyar a la dotación del Puigcerdá en su tortuoso viaje hacia Ferrol, en donde llegaron en julio y en agosto a la ría de Bilbao.
El monitor Puigcerdá fue único en su género en la Armada española y concebido para un uso concreto durante las guerras carlistas. Más allá de esta contienda fue empleado para la defensa de la ría del Nervión y Bilbao, y poco más pudo ofrecer, siendo este uno de los buques de guerra más extraños de la Armada.
Los monitores
Los buques de guerra calificados como “monitores” tienen su origen en el USS Monitor estadounidense, diseñado por el ingeniero e inventor sueco John Ericsson y al que se considera como el primer buque de guerra acorazado del mundo. Aunque este honor sea compartido con el La Glorie francés de 1859, o el HMS Warrior inglés de 1860.
El USS Monitor, por el contrario, representaba un concepto completamente distinto al diseño clásico de los buques de guerra de mediados del siglo XIX. Construido en hierro, su diseño era minimalista y funcional, con un francobordo extremadamente bajo, lo que limitaba su capacidad de navegación en alta mar y lo hacía más adecuado para operaciones en aguas costeras. Sin embargo, este bajo perfil también ofrecía una ventaja táctica al dificultar que los artilleros enemigos pudieran apuntar con precisión hacia él.

(imagen del U.S. Naval History and Heritage Command vía Navsource)
Estaba armado con solo dos cañones de 280 mm instalados en una torreta blindada giratoria que le permitía disparar en cualquier dirección. Su propulsión era exclusivamente a vapor, dejando atrás la vela como alternativa.
Saltó a la fama durante la Batalla de Hampton Roads el 8 de marzo de 1862, en el marco de la Guerra Civil Estadounidense enfrentándose al acorazado de casamata CSS Virginia de la Armada Confederada.

(imagen del Naval History and Heritage Command vía Wikimedia Commons)
Aunque ninguno de los dos buques emergió como un claro vencedor, el enfrentamiento sentó las bases de lo que sería el futuro de la guerra naval, marcando el inicio de una nueva era en la guerra naval.
Pronto otras marinas de guerra vieron que podían explotar las capacidades de estos nuevos buques de guerra para defender sus costas y entornos fluviales. Uno de ellos fue el Huáscar construido en 1865 para la marina de Perú y capturado por Chile en la guerra del Pacífico en 1879.

(imagen vía Wikimedia Commons)
La Royal Navy operó con la pareja HMS Erebus y HMS Terror construidos en 1916 y que participaron en ambas guerras mundiales. Con un francobordo más alto podía realizar navegaciones oceánicas y fueron empleados para el bombardeo de costa.

(imagen del Imperial War Museum vía Wikimedia Commons)
A estos habría que añadir las marinas de guerra de Australia, Austria-hungría, Brasil, Países Bajos, Rumanía, Rusia, Suecia y España, que en algún momento de su historia han hecho uso de esta tipología de buques.
Tal vez su último usuario fue la Armada que los inventó, durante la Guerra de Vietnam. En ese conflicto, se modificaron las lanchas de desembarco tipo LCM-6, transformándolas en lanchas de asalto para operar en entornos fluviales.

(imagen de National Archives vía Wikimedia Commons)
El monitor Puigcerdá
Fue fruto del Plan Naval de Rafael Rodríguez de Arias que, como Ministro de Marina, intentó modernizar y reorganizar a la Armada española tras las tensiones y conflictos que marcaron el siglo XIX. Sin embargo, la implementación de este Plan Naval quedó limitado a las restricciones financieras y políticas del momento.
De su construcción se encargaron los astilleros franceses de Forges et Chantiers de la Mediterranée en La Seyne (Tolón), siendo puesto a flote el 19 de noviembre de 1874 y dado de alta el 1 de febrero de 1875.

(vía Biblioteca Nacional de España – documento completo AQUÍ)
Desplazaba 553 toneladas a plena carga con una eslora de 41 metros, por 9 metros de manga y 3,1 metros de calado. Era propulsado por dos máquinas a vapor horizontales compound, sistema Wolf, de 82 CVN que le daban 8,2 nudos de velocidad y una autonomía de 768 millas náuticas a 8 nudos. Dotación, 59 tripulantes.
Su armamento sufrió diversas modificaciones, según fuentes debía estar equipado con cañones de avancarga, uno en la torreta de proa de 160 mm y otros 2 de 120 mm en la de popa. Sin embargo, su armamento constó de un cañón rayado Palliser de 120 mm a proa y dos de 100 mm a popa montados en Santander.

(imagen vía revista Vida Marítima – BNE)
Cerca del final de su vida operativa alrededor de 1898 su armamento constaba de un cañón González Hontoria de 160 mm en proa y otros dos de 120 mm a popa. Su coraza protectora era de 100 mm en el centro de la cintura disminuyendo a 80 mm en proa y popa, las torretas disponían de entre 100 y 80 mm, la torre de combate con 80 mm y la cubierta con 30 mm.
Breve historial
No tuvo una larga y activa carrera, muy útil para la función y misión que se le encomendó, pero más allá de eso fue más una carga que una unidad activa de la Armada. El 28 de octubre de 1875, tuvo su bautismo de fuego bombardeando posiciones carlistas desde el puente de Luchana. Posteriormente pasó a la reserva, y en 1886 fue asignado a la Escuela Práctica de Torpedistas en Ferrol.

(imagen vía La Revista Moderna – BNE)
Fue reclasificado como pontón, desempeñando funciones como hospital, depósito flotante y alojamiento de marinería, entre otros usos. En 1898 fue reactivado debido a la guerra hispano-estadounidense, equipado con dos cañones González Hontoria de 120 mm instalados en su última modernización de 1893 y asignado a la ría de Vigo. Poco tiempo después, volvió a ser utilizado como pontón y depósito flotante en Ferrol, hasta que fue dado de baja el 20 de junio de 1899.
Una nueva vida
Tras su baja fue vendido en 1901 a Luis Rey Castro y Guillermo V. Martín que lo transformaron en un buque mercante en los astilleros de A Cabana. Terminó sus días como el Anita de la naviera naviera John Holt & Co. Limited de Liverpool navegando en el río Níger.

(imagen vía revista Vida Marítima – BNE)

(imagen vía revista Vida Marítima – BNE)

Más información:
Información adicional del monitor Puigcerdá en la página web de Todoavante.es
Libro «Buques de La Armada Española. Historiales (1700-2014)» de Pedro Fernández Núñez, José Mª Mosquera Gómez y José Manuel Budiño Carlés
El monitor Puigcerdá en la revista Vida Marítima del 20 de agosto de 1905




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