Así amanecía el puerto de Barcelona ahora hace 101 años, el 27 de febrero de 1924 una copiosa nevada sorprendía a los barceloneses. Los primeros síntomas de lo que iba a suceder se hicieron visibles en Sabadell cuando la tarde del 26 comenzaron a caer los primeros copos de nieve, sin embargo, en la ciudad Condal lo que cayó fue un aguacero con fuertes rachas de viento que más tarde se convirtió en una nevada.

Aspecto de las Ramblas a la altura de Colón
(imagen en estéreo del AFCEC vía MDC)

La ciudad quedó medio paralizada, depende de la barriada el espesor de la nieve alcanzaba de tres a cinco palmos y con estos grosores quien pudo y debía ir a trabajar fue, otros en cambio que trabajan lejos se quedaron en casa. El acarreo quedó suspendido y solo salieron algunos camiones y muchos trenes llegaron con retraso. Quienes no fallaron fueron los transportes públicos, tranvías y autobuses, que comenzaron a operar con precaución a primera hora de la mañana y con total normalidad por la tarde.

El puerto funcionó con normalidad, llegaron doce barcos de los que cuatro eran veleros y el resto vapores, del mismo modo otros ocho vapores partieron de Barcelona. No obstante, un vapor, el «Freixas I» de Enrique Freixas, llegó con tres días de retraso debido a un temporal que lo sorprendió en el golfo de León. El fuerte oleaje le causó diversas averías y la fuerza de la mar le arrebató un centenar de bocoyes vacíos.

En la imagen puede verse un grupo de barcas amarradas en su embarcadero y de fondo se intuye la silueta del portahidros Dédalo de la Armada
(imagen del Museu Marítim de Barcelona)

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