El 12 de octubre de 1927 el vigía marítimo del castillo de Montjuic anotaba en su cuaderno la última escala del vapor transatlántico Principessa Mafalda de la Navigazione Generale Italiana. Dicho vapor cubría la línea entre Génova y Buenos Aires. Pero, el que otrora fuera el buque insignia de esta naviera, durante esta travesía demostró tener serias dificultades técnicas que bien podían poner en riesgo al barco y a su pasaje.

(vía Wikimedia Commons)
Fue construido en los astilleros Cantiere Navale di Riva Trigoso y puesto a flote el 22 de octubre de 1908, de 9.210 toneladas de registro bruto con 141 metros de eslora y podía transportar a 1.530 pasajeros divididos en tres clases, con 180 personas de primera clase, 150 de segunda clase y 1.200 de tercera clase.
La carrera del Principessa Mafalda terminó la tarde del 25 de octubre de 1927 cuando se encontraban en las proximidades de Salvador de Bahía con 1.259 pasajeros y con una carga especial en sus bodegas que entre otros bienes, transportaban un cargamento de oro valorado en 250.000 liras italianas para el gobierno argentino. La tripulación y pasaje sintieron unas fuertes sacudidas provenientes de popa, y la explicación que se dio para tranquilizar a los pasajeros era que habían perdido una hélice. Sin embargo, eso no era del todo cierto. Lo que no se le explicó al pasaje en ese momento es que la hélice no se cayó del eje, si no que fue el eje el que se partió y el movimiento por inercia de la hélice rajó el casco por popa abriendo diversas vías de agua.
Aunque se intentó, la inundación no se pudo controlar y el barco se hundiría por la noche, diversos vapores acudieron en su ayuda, pero no se pudo salvar a 314 personas, incluido a su capitán Simone Guli.
Más detalles en el artículo de este blog ¡Sálvese quien pueda!






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