El 15 de abril de 1909 hacía su entrada al puerto de Barcelona el vapor transatlántico Martín Sáenz de la Naviera Pinillos. Procedía del puerto de Nueva Orleans y escalas con un importante cargamento de algodón, madera y café, además de pasajeros.

Vapor Martín Sáenz atracado en el Muelle de Bosch i Alsina
(imagen de A.Merletti de la colección del Museu Marítim de Barcelona)

Su estancia fue larga, más aun cuando el 30 de abril tenía una cita con las autoridades portuarias y de la ciudad. Durante esa jornada se pondría a prueba el llamado “sulfurozador” de Marot, una máquina ideada para desinfectar buques, carga y todo tipo de objetos con el fin de eliminar plagas y posibles patógenos causantes de epidemias.

El vapor Martín Sáenz

Fue construido en Escocia por los astilleros de Charles Connell & Company en Glasgow, siendo puesto a flote el 25 de octubre de 1890 y adquirido por la compañía Pinillos, Izquierdo y Cía. en 1896.

De 3.574 toneladas de registro bruto con una eslora de 107,5 metros, por 12,8 metros de manga y 6,3 metros de calado. Era propulsado por una máquina a vapor de triple expansión fabricada por Dunsmuir & Jackson Ltd. de tres cilindros y 355 NHP.

Este fue el segundo vapor de esta compañía en llevar este nombre
(imagen de la colección del Museu Marítim de Barcelona)

Durante sus primeros años de servicio quedó destinado a línea de las Antillas y México con escalas en los puertos de Cádiz, Canarias, Puerto Rico, Santiago de Cuba, La Habana, Cienfuegos y Nueva Orleans. A pesar de la amenaza submarina de la Primera Guerra Mundial el Martín Sáenz navegó sin mayores problemas.

Tras el cierre de la Naviera Pinillos en 1921, el buque fue vendido en 1923 a intereses argentinos y, dos años más tarde, en 1925, pasó a manos de una empresa italiana para su desguace, el cual se llevó a cabo en Italia.

Las instalaciones sanitarias del puerto

Pero mucho antes de su desguace, el vapor Martín Saenz, tuvo su momento de gloria en el puerto de Barcelona cuando, el 30 de abril de 1909, la Junta de Obras del Puerto entregó a la Dirección de Sanidad Marítima el nuevo material destinado a la desinfección de pasajeros, equipajes, buques y mercancías, así como del Pabellón de Higiene, ubicado en el Muelle de San Bertrán y dotado de un laboratorio microbiológico. Este pabellón, construido por la propia Junta de Obras, fue cedido al Montepío de San Juan y a la Sociedad Mutua Barcelonesa de Descargadores, entidades que asumirían su mantenimiento.

Pabellón de Higiene del Muelle de San Bertrán
(imagen de la Gaceta Médica Catalana vía BNE)

Al acto asistieron numerosas personalidades, entre ellas el personal técnico del puerto y de la Junta de Obras del Puerto en pleno, presidida por su vicepresidente don Ròmul Bosch y Alsina, el gobernador civil, el alcalde en funciones, el delegado de Hacienda, los inspectores generales y provinciales de Sanidad Exterior, el párroco de Santa Madrona, el diputado a Cortes Ramón Albó y diversos representantes de sociedades económicas, navieras y comerciales.

El laboratorio cuenta con dos amplias salas: la principal, donde se realizan los trabajos generales, y otra completamente aislada, destinada al estudio de enfermedades como la peste o el cólera, así como de otras bacterias que requieren total separación para evitar contagios.

Lavabos del Pabellón de Higiene
(imagen de la Gaceta Médica Catalana vía BNE)

Posteriormente, subieron a bordo del transatlántico Martín Sáenz, donde comprobaron los excelentes resultados obtenidos por el “sulfurador Marot” en la esterilización de frutas, verduras, telas, insectos y diversos animales, tras dos horas y media de exposición al tratamiento.

Las autoridades a bordo del vapor Martín Sáenz
(imagen de Brangulí vía revista La Hormiga de Oro-BNE)

Finalizada la demostración, los asistentes embarcaron en varias embarcaciones para dirigirse al antiguo lazareto de la escollera del Oeste, donde examinaron los modernos equipos para la desinfección de pasajeros, equipajes y mercancías.

Allí pudieron ver una estufa de desinfección como la que aparece en la imagen. Se trataba de un recipiente metálico o cámara cerrada en la que se colocaban los objetos a desinfectar.

La estufa de desinfección en las instalaciones sanitarias del Muelle de Poniente
(imagen de Franz Walker vía revista La Actualidad Nº213-BNE)

Mediante la combustión de carbón, leña o incluso gas, se generaba calor o vapor que alcanzaba temperaturas suficientes para eliminar bacterias, hongos y otros patógenos. Algunos modelos contaban además con sistemas de circulación forzada de aire caliente o vapor para garantizar una desinfección uniforme.

El sulfurozador Marot

El principal aparato desinfectante, el sulfurador Marot, fue creación del ingeniero civil e inventor francés René Marot. Conocido como “Máquina Marot”, era una máquina de fumigación que electrificaba dióxido de azufre y que en Argentina pasó a llamarse “sulfurozador”. Inicialmente se empleó para desinfectar barcos en puertos del Cono Sur y prevenir la propagación de plagas y epidemias, pero su uso se expandió en Buenos Aires durante la tercera pandemia de peste bubónica, cuando el médico José Penna lo adaptó a carruajes y automóviles para realizar campañas móviles de fumigación en calles, viviendas, comercios y alcantarillas.

El dispositivo Marot no era muy grande y podía adaptarse a las necesidades del momento
(imagen de la Gaceta Médica Catalana vía BNE)

El aparato utilizaba gas SO₂ licuado almacenado en contenedores presurizados. Al expandirse, el gas pasaba por un sistema calentado con quemadores Bunsen conectados a una pequeña caldera de aceite para evitar su congelación. A continuación, se electrificaba mediante la inyección de una carga eléctrica, proceso a veces llamado “ozonoficación”. Finalmente, un ventilador impulsado por un pequeño motor de combustión distribuía el gas en el espacio a desinfectar, mientras simultáneamente se extraía el aire del lugar.

Este tratamiento “electrificado” del gas supuestamente lo hacía más letal para roedores, insectos y patógenos; estudios comparativos indicaban que mataba ratas en la mitad del tiempo que el método tradicional: con 20 g de azufre, el gas Marot resultaba mortal en 24 minutos, frente a 48 minutos del método convencional.

El sulfurozador embarcado en una lancha
(imagen vía Vida Marítima Nº265-BNE)

Otro sistema similar fue la Máquina Clayton, inventada por Thomas Adam Clayton en Nueva Orleans. Este dispositivo fumigaba con dióxido de azufre pero no electrificaba el gas como el Marot, si no que requería un horno para calentar el azufre.

El control de los buques procedentes de puertos afectados por graves epidemias ha sido siempre una prioridad para las autoridades portuarias de todo el mundo. En el puerto de Barcelona también se puso un especial énfasis en disponer de los medios necesarios para prevenir y contener cualquier amenaza sanitaria llegada por mar, un esfuerzo que, con el paso del tiempo, sentó las bases de las modernas medidas de control y vigilancia sanitaria portuaria.

Más información:
Pruebas del dispositivo Marot y la entrega del Pabellón de Higiene en la revista La Hormiga de Oro Nº 19 del 8 de mayo de 1909 página 7
Artículo «Qué era el sulfurozador, el aparato que usó la poderosa élite argentina de “los higienistas” contra la peste bubónica» publicado en BBC News Mundo

2 respuestas a “El sulfurozador del puerto de Barcelona”

  1. Muy buen artículo. Enhorabuena.

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