Neptuno, el rey de los mares

El día 26 de noviembre de 1999 hacía su entrada al puerto de Barcelona una flotilla de la Armada Española compuesta por las corbetas Descubierta (F-31), Infanta Elena (F-33) y Vencedora (F-36), además iban acompañadas del buque de rescate y salvamento submarino Neptuno (A-20) y de los patrulleros Espalmador (P-33) y Alcanada (P-34). Estos buques se encontraban en el puerto de la ciudad Condal con motivo del XXXVIII Salón Náutico de Barcelona y su misión principal comenzaría el día 29 y finalizaría el 3 de diciembre con los bautismos de mar.

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Buque de salvamento Neptuno (Antoni Casinos Va)

Siempre ha sido esperada la visita durante el Salón Náutico de unidades navales de la Armada así como de otras nacionalidades y el protagonismo de esta edición se lo llevó el buque de salvamento Neptuno. El Neptuno era relativamente nuevo, fue adquirido por la Armada Española proveniente de la vida civil como un buque de apoyo a plataformas petrolíferas llamado Amapola, a su incorporación a la actividad militar ya contaba con 13 años de vida, cambió su nombre a Mar Rojo y en fecha de 20 de mayo de 1999 cambiaría de nuevo su nombre y cometido convirtiéndose en el buque de salvamento y rescate submarino Neptuno.

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Esta no era su primera visita a Barcelona, ya nos había visitado anteriormente como Mar Rojo A-102 (Jordi Montoro)

El Neptuno

Pertenecía a la clase Amatista de buques de apoyo a plataformas petrolíferas de los que se construyeron dos unidades en 1975 en los Astilleros de Gijón en Asturias, el Amatista y el Amapola. Ambos fueron operados por la compañía Auxiliar Marítima que más tarde sería adquirida por la Marítima del Norte.

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El Mar Rojo en algún momento de las obras de modernización (Jordi Montoro)

En fecha de 14 de diciembre de 1988 los dos buques son adquiridos por la Armada Española renombrados a Mar Caribe con numeral A-101 el Amatista y Mar Rojo con numeral A-102 el Amapola. Mientras que el Mar Caribe se ha empleado como buque de apoyo logístico y auxiliar, el Mar Rojo en cambio fue rebautizado a Neptuno con numeral A-20 en 1999 y su misión se vería actualizada a buque de rescate y de apoyo a submarinistas.

Este nuevo buque de la Armada era el noveno en llevar este nombre desde 1725 en honor a la deidad romana encargada de reinar en las aguas y los mares. Recibiría su bandera de combate el 20 de mayo de 1999, esta sería donada por el Ayuntamiento de la localidad de Águilas en Murcia y allí se desplazó con el cazaminas Segura (M-31) para recibirla.

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El Neptuno se convertiría en el reemplazo del que fue su compañero durante unos años, el buque de salvamento y apoyo a submarinistas Poseidón A-12 (archivo personal)

Desplaza 1.860 toneladas, su eslora es de 56,85 metros por 11,60 metros de manga y 4,75 metros de calado. Es propulsado por dos motores diésel Burmeister & Wain de 18 cilindros en V de 2.340 hp. a dos ejes y 13 nudos de velocidad máxima; además cuenta con otro motor auxiliar eléctrico Alconza de 350 hp. conectado a una hélice transversal a proa. Dotación, 51 tripulantes.

Su electrónica embarcada consta de dos radares de navegación, un equipo de navegación vía satélite SECOMSAT, sonar de barrido lateral KLEIN 3900, magnetómetro de protones GEOMETRISC 882, sistema de posicionamiento subacuático HPR, teléfono submarino y dos sondadores (correntómetro).

Para sus misiones como buque de salvamento va equipado con dos cámaras hiperbáricas, una de ellas portátil para evacuaciones, y una campana de inmersión capaz de operar hasta 200 metros de profundidad. Dispone además capacidad para operar con minisubmarinos no tripulados ROV controlados remotamente desde el buque, estos ROV son de los modelos Scorpio 03 capaz de descender hasta los 600 metros y Navajo mucho más ligero que alcanza los 300 metros de profundidad.

ROV Scorpio
El ROV Scorpio 03 apodado cariñosamente como «curro» (Armada Española)

Así mismo el trabajo de estos minisubmarinos está complementado con la imprescindible colaboración de los buzos de la Armada, gracias a los equipos de aire del Neptuno, los buzos pueden trabajar a profundidades de 80 metros pudiendo hacer la descompresión a bordo del buque.

Buzo Armada - Rebreather Crabe
Un buzo de la Armada equipado con un sistema de respiración Rebreather Crabe (Armada Española)

Otros sistemas adicionales están relacionados con los equipos de rescate de submarinos, disponen de mangueras de ventilación para proporcionar aire limpio al submarino accidentado y/o mangueras de reflotamiento, que como su nombre indica, sirven para inyectar aire de alta presión al submarino para lograr una flotabilidad positiva y de este modo intentar hacer que emerja. Y por último disponen de diversos PODS, estos son unos contenedores de forma cilíndrica y sirven para suministrar material diverso de emergencia al submarino, su tamaño es el adecuado para poderse suministrar por la esclusa de emergencia del submarino.

Una especial actividad

Con la incorporación del Neptuno a la flota la Armada contaba con un buque el cual disponía de los medios más modernos a su alcance para apoyar a los submarinos de la Flotilla y a los buceadores de la Armada, además con los medios técnicos y humanos de a bordo no solo puede ejercer estas misiones si no que puede extender su actividad a otras áreas. Su capacidad para localizar objetos u otros pecios en el fondo del mar lo hace una unidad muy importante e imprescindible en muchas ocasiones, mediante su magnetómetro se puede localizar a cualquier objeto metálico que se encuentre en el fondo marino y con su sonar de barrido lateral es capaz de escanear el fondo marino y componer una imagen digital del mismo ayudando a los técnicos a determinar de que se trata, por ello ha sido requerido en diversas ocasiones para la búsqueda y localización de buques hundidos, ya sea por accidente o para proteger el patrimonio subacuático o incluso aeronaves desaparecidas, colaborando estrechamente con la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima.

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El Neptuno (Armada Española)

Un ejemplo de ello se encuentra en el año 2009 cuando la Ministra de Defensa Carme Chacón en coordinación con la ministra de Cultura Ángeles González Sinde en vista del expolio que algunas empresas privadas sometían al patrimonio nacional bajo las aguas, decidieron poner en marcha un programa para catalogar y preservar el patrimonio sumergido en aguas españolas. La Armada participó con un cazaminas de la clase Segura y con el buque de salvamento Neptuno, ambos por la misión que deben de ejercer disponen de los medios necesarios para buscar bajo el agua cualquier objeto sospechoso de ser un pecio y examinarlo con sus propios medios a bordo, ya sean humanos o automáticos con los minisubmarinos ROV. Así pues los primeros buques en ser examinados fueron el galeón Santo Cristo de Maracaibo hundido en 1702 al sur de las Islas Cíes y el crucero Reina Regente desaparecido en un temporal en la bahía de Cádiz en 1895.

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Otras funciones del Neptuno son las de ejercer de buque de apoyo a los submarinos, en caso de ejercicios de tiro con torpedos inertes, el Neptuno es el encargado de recuperarlos. En la imagen se aprecia la recuperación de un torpedo del submarino Tramontana (Armada Española)

En septiembre de 2016, mientras el Neptuno se hallaba en aguas gallegas para realizar un adiestramiento con la Unidad de Buceo de Ferrol aprovecharon para acercarse a aguas próximas de Santander para intentar localizar el pecio del acorazado España (ex Alfonso XIII). El acorazado España fue hundido frente a la localidad de Galizano por una mina el 30 de abril de 1937, aunque se sabía la localización del naufragio no fue hasta 1984 cuando se logró localizar su casco hundido gracias a la tenacidad e instinto del buzo mayor del Cantábrico Alonso González. Treinta y dos años más tarde el Neptuno logró localizar el casco hundido del acorazado español, primero con el sonar de barrido lateral y después con el minisubmarino Scorpio.

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El acorazado España descansa a 75 metros de profundidad (Armada Española)

Pero en el terreno que más brilla el Neptuno es en su especialidad de buque de rescate y salvamento de submarinos, más aun con los accidentes de los submarinos Kursk y ARA San Juan presentes en la memoria. El buque de rescate y salvamento Neptuno y su dotación y los buzos de la Armada han participado en numerosos ejercicios para adiestrarse en el supuesto caso de rescate de la dotación de un submarino en apuros. Algunos de estos ejercicios son organizados por la OTAN, como los “Sorbet Royal” o “Bold Monarch”, la importancia de estas maniobras es tal que incluso especialistas rusos han participado en ellos. No obstante el más importante es el que organiza la Armada anualmente en Cartagena denominado como “CARTAGO”.

Sería en los ejercicios CARTAGO-17, cuando el buque Neptuno con la ayuda del buque de salvamento marítimo Clara Campoamor, lograrían ventilar a un submarino posado en el fondo marino simulando un accidente. Ambos buques con la ayuda de los buzos de la Armada lograron suministrar material de emergencia y renovar la atmosfera del submarino Tramontana (S-74) que se encontraba a 78 metros de profundidad. En días posteriores en la misma base naval se procedieron a realizar los ejercicios de evacuación del personal atrapados en el submarino mediante un escape de emergencia y posteriormente el Neptuno reflotó al submarino.

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Un momento de los ejercicios CARTAGO 17 (Armada Española)

Aunque su más mediático aconteció a finales de agosto de 2019 cuando un avión CASA C-101 perteneciente a la Academia General del Aire se estrelló en el mar cerca de la Manga del Mar Menor, falleciendo su piloto el comandante D. Francisco Marín Núñez.
Al dispositivo de búsqueda del piloto y su aeronave acudieron diversas embarcaciones de Salvamento Marítimo y de la Guardia Civil, y la Armada envió al cazaminas Turia (M-34). Durante las operaciones de búsqueda de la aeronave el cazaminas embarrancó en unas rocas del fondo que le ocasionaron importantes daños en su casco de fibra, ante la imposibilidad de salir por sus propios medios se vio necesaria la participación del Neptuno basado en Cartagena.

Con la ayuda del buque SAR Mastelero de Salvamento Marítimo y de los buzos de la Armada a bordo del Neptuno se logró taponar las vías de agua del Turia mediante unos flotadores en su interior y unos globos en su exterior ayudaron a que el cazaminas tuviera flotabilidad. Remolcado por el SAR Mastelero y escoltado por el Neptuno fue llevado a Cartagena en donde fue instalado directamente en el varadero de Navantia para evaluar sus daños y su posible reparación.

Estos tan solo son unos pocos casos de la actividad del Neptuno desde 1999, por supuesto como Mar Rojo desde 1988 ha participado en innumerables ejercicios tanto nacionales como extranjeros, ha sido requerido para realizar operaciones de rescate a pesqueros o incluso en catástrofes como la del Prestige y ha sido un medio indispensable para los buceadores de la Armada.

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Salida del Neptuno vista desde una corbeta (Antoni Casinos Va)

Un posible sustituto

Desde el comienzo del programa BAM (Buque de Acción Marítima) ya estaba programado que uno de estos buques fuera el sustituto del Neptuno. El diseño de los buques BAM permite una alta variedad de subtipos de diseños según se necesite, por el momento se han construido seis unidades destinadas a misiones de presencia naval, protección y escolta pero también se tienen en cuenta próximos desarrollos como buques hidrográficos, labores de inteligencia naval e incluso salvamento y rescate.

En 2017 la Armada encargó a la empresa de ingeniería naval Seaplace el diseño del sustituto del Neptuno denominado como BAM-IS, sus misiones deberían ser las mismas, salvamento y apoyo al rescate de submarinos, apoyo a operaciones de buceo, operaciones SAR, lucha contra la contaminación y vigilancia y monitorización del patrimonio subacuático.

BAM-IS
Posible diseño del BAM-IS

Además hay que tener en cuenta que en los próximos años entrarán en servicio los tan necesitados submarinos de la serie S-80, más compleja y capaz que los actuales submarinos y que requerirán de medios de apoyo a su altura.

 

Escudo Neptuno

 

 

Más información:
El buque de salvamento Neptuno en la página web oficial de la Armada Española
Artículos en la Revista General de Marina «La gran profundidad vista desde el BSR Neptuno» de Luis Curt García y Pedro Serrano Marín de Noviembre de 2014 y «El buque de salvamento y rescate Neptuno: el curioso caso de Benjamin Button» de David Mínguez Caballero de julio de 2018
Artículo del equipo de la Asociación Cultural Foro Naval «Una semana dura para el cazaminas Turia (M-34) y su dotación«

 

Un encuentro con Neptuno, dios del mar

El día 5 de noviembre de 1888 hacia su entrada al puerto de Barcelona, en visita de cortesía, el buque escuela de guardiamarinas de la Armada española Nautilus al mando del capitán D. José de la Puente, permaneciendo en la ciudad hasta el día 10 de noviembre.

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Corbeta Nautilus (vía Buques de la Armada española a través de la fotografía)

La corbeta Nautilus partió de Cádiz el día 26 de octubre y durante su travesía hacia Barcelona sufrió uno de los peores temporales a los que se enfrentó hasta esa fecha. El violento temporal se parecía más a un huracán y ante la imposibilidad de cruzar el estrecho para entrar al Mar Mediterráneo, sumado a todo ello las pésimas condiciones de navegabilidad con el evidente riesgo de perder el velamen y sufrir daños en el barco, pusieron rumbo a la costa africana para refugiarse cerca de la localidad de Arcila. Allí permanecieron hasta el día 31 esperando a que el temporal se calmara para cruzar el estrecho de Gibraltar, de ahí partieron el mismo día 31 y con más calma pusieron rumbo a Barcelona.

La Nautilus

A mediados de la década de 1880, D. Fernando de Villamil (1845-1898) consigue convencer al Ministro de Marina de la necesidad de instruir a los guardiamarinas en buques de vela tradicionales, su instrucción debería de llevarse a cabo mediante la realización de cruceros en donde aprenderían el oficio de marino.

Corbeta Nautilus navegando a vela (Museo Marítimo de Barcelona)

El Gobierno español le encargó al mismo Fernando Villaamil el estudio de un proyecto de reforma para la instrucción y preparación de los oficiales de la Marina. Aprovechando la estancia en Reino Unido de Villaamil para supervisar el proyecto de su nueva creación, el Destructor, aprovechó para localizar el mejor buque que reuniera las condiciones necesarias como buque escuela.

El barco seleccionado para esta misión fue un clíper de carga de tres mástiles con aparejo de fragata denominado «Carrick Castle». Este velero fue construido por los astilleros ingleses de «Randolph, Elder & Co.» en Govan (Escocia), siendo botado en 1866. Desde 1868 operó con bandera inglesa para la compañía «Thomas Skinner & Company» hasta 1886 momento en el que es adquirido por el Gobierno español.

Al entrar en servicio en la Armada española se lo bautizó con el nombre de Nautilus y fue calificado como corbeta. Este buque fue construido en acero y madera, incluido su aparejo con jarcias metálicas. Desplazaba aproximadamente 1.700 toneladas, con una eslora de 59 metros por 10,4 metros de manga y  5,4 metros de calado. Su propulsión era completamente a vela con aparejo de fragata que le daba una velocidad máxima de 18 nudos y una autonomía de unos 45 días. Su armamento tan sólo lo formaban 4 cañones de 57 mm. para salvas de saludo; su dotación entre oficiales, suboficiales, guardiamarinas y marineros era de 172 tripulantes.

Una vez en España la corbeta Nautilus queda destacada en Cádiz, en donde de vez en cuando realiza pequeñas navegaciones de instrucción, pero no es hasta abril de 1888 bajo el mando de D. José de la Puente cuando realiza su primer crucero de instrucción de guardiamarinas.

Corbeta Nautilus (vía Buques de la Armada española a través de la fotografía)

La primera vuelta al mundo

En 1892 D. Fernando Villaamil propuso al Gobierno español realizar un viaje de circunnavegación del globo coincidiendo con el IV Centenario del Descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colon. Este crucero de instrucción se realizaría con la corbeta Nautilus y su ruta comprendería todo el globo, dando la vuelta al mundo en viaje de instrucción desde noviembre de 1892 a agosto de 1894.

Por vez primera no se realizaría una vuelta al mundo en barco ni por motivos políticos, ni por iniciativa científica, ni para enseñar el pabellón mediante una escuadra militar, si no que se destinaria el viaje al aprendizaje de la vida en la mar y al adiestramiento de nuevos marinos y oficiales.

Así pues siendo aprobado el viaje en julio de 1892, el día 12 de ese mismo mes es entregado el mando de la Nautilus al capitán de fragata D. Fernando Villaamil, el cual se trasladó a Ferrol para comenzar los preparativos previos a la marcha.

La corbeta Nautilus partió de Ferrol el día 30 de noviembre, la derrota del viaje visitó los siguientes puertos:

Derrota
Derrota de la corbeta Nautilus (vía Viaje de circunnavegación de la corbeta Nautilus)

Ferrol – Las Palmas – Bahía de Todos los Santos (Brasil) – Cape Town (África) – Puerto Adelaida (Australia) – Victoria – Melbourne – Sídney – New Castle – Wellington (Nueva Zelanda) – Littleton – Valparaíso (Chile) – Paso de Cabo de Hornos – Montevideo (Uruguay) – Buenos Aires (Argentina) – San Juan de Puerto Rico – New York (Estados Unidos) – Plymouth (Reino Unido) – Brest (Francia) – San Sebastián (España) – Bilbao – Ferrol.

Encuentro con Neptuno

Un mes exacto desde su partida de Ferrol y después de visitar el puerto de Las Palmas, la noche del 30 de diciembre de 1892 según relata el mismo Villaamil en su «Viaje de circunnavegación de la corbeta Nautilus», cruzaron el Ecuador pasando del hemisferio norte al hemisferio sur. Esa misma noche el dios Neptuno gobernador de todos los mares y océanos hizo acto de presencia, previamente, mediante una potente voz que surgía desde lo alto del palo trinquete, interrogó al oficial de guardia por el nombre y destino del buque, a la respuesta del oficial, Neptuno contestó que debía cobrar su esperado tributo dándoles el plazo de unas horas para preparase.

Descenso de Neptuno
Escenificación del descenso de Neptuno desde el palo trinquete ((vía Viaje de circunnavegación de la corbeta Nautilus)

Al día siguiente reapareció el dios del mar con su séquito en la proa del Nautilus, tras recorrer todo el buque llegaron a la popa en donde se encuentra el comandante Villaamil y le ordena que le ceda el mando absoluto del Nautilus, ¿quién es él para contrariarle?. Después de cederle el mando del barco, Neptuno llama a su presencia a algunos ayudantes como un oficial de guardia, timoneles, contramaestres, un notario y sobre todo, a un barbero.

Ante Neptuno el notario pasa lista de todos aquellos marineros neófitos al cruce de ecuador y les pide su tributo, si no pueden satisfacer dicho pago se les castigará. El castigo, cruel donde los haya, es sentar al neófito al borde de una tina con agua y o bien se les da un baño en ella o se les embadurna con grasa negra o lo peor de todo, se los afeita.

Después de esta ceremonia de iniciación y de un buen banquete, Neptuno dios del mar desaparece rápidamente a la espera del siguiente barco, mientras a bordo de la Nautilus la navegación sigue con la esperada normalidad, excepto para aquellos que debieron de pagar con su bello y andan algo ligeros.

La tradición

El origen de esta tradición es algo incierto, mientras algunas fuentes citan a los vikingos como punto de partida de este rito de iniciación, otros adjudican el inicio de esta tradición a marinos portugueses en la edad media.

El relato de Villaamil como el de tantos otros más recientes es muy suave, el neófito como mucho termina la jornada sin barba y con un documento que certifica su paso por el ecuador, pero en la antigüedad estos rituales eran más crueles. En ocasiones se ataba una cuerda al neófito y se lo tiraba al mar para luego recuperarlo y llevarlo a bordo, todo ello entre las risas y las bromas de muchos, claro que el susto no se lo quitaba nadie.

Sea como fuere su punto de partida y su ejecución, queda patente la importancia de este ritual en la antigüedad cuando viajar más allá del horizonte ya tenía sus propios riesgos, como el de caer en el abismo y ser devorado por monstruos, cuanto más peligroso debería ser cruzar de un hemisferio a otro. Por tanto con esta ceremonia se obtenía el compromiso de los nuevos marineros en su nueva vida en la mar y como prueba de fuego para sobrellevar las largas travesías que les esperaban.

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Fontana del Nettuno en Bolonia (Antonino Diano)

En la actualidad

Por fortuna esta tradición aún no se ha perdido del todo, hace escasamente un mes en pleno siglo XXI y cerca de 130 años después que la corbeta Nautilus, el buque escuela Juan Sebastián de Elcano en ruta hacia Rio de Janeiro en Brasil, tuvo la ocasión de cruzar el Ecuador una vez más y tal y como relata en su diario de a bordo recibieron la visita de Neptuno que por lo visto se siente a gusto en él ya que lo ha visitado en 58 ocasiones. Aunque los más veteranos de abordo sabían que visita debían de esperar, los mas noveles no tenían conocimiento del precio que iban a pagar por cruzar la línea.

En este enlace podéis leer el relato de uno de estos neófitos titulado «El día que conocí al rey de los mares» en la página web oficial de la Armada española.

Mas estos no son los únicos relatos del encuentro con el dios del mar en la Armada española, basta con adentrarse un poco en los archivos de esta institución y observar que los encuentros con Neptuno son más frecuentes de lo que cabría esperar, muchos neófitos ya han pagado su tributo y a juzgar por lo aquí relatado, muchos más van a tener que tributar.

BAM-F100
Otra de las maneras más discretas de celebrar el cruce del Ecuador es pintando de rojo el alavante de proa (vía Flikr Armada española)

En cuanto a la corbeta Nautilus, siguió con su vuelta al mundo y a la vuelta de ella aún le quedaban muchas más aventuras por vivir, pero esta ya es otra historia.

 

Para saber más:
Libro «Viaje de circunnavegación de la corbeta Nautilus» por Fernando Villaamil
Artículo en La Vanguardia sobre la tormenta sufrida por la corbeta Nautilus en Noviembre de 1888